“Vengan también ustedes a trabajar a mi viña” Dios es justo y bueno, porque Dios es gracia, don. Es tan bueno que a veces no lo podemos entender. Es indulgente con todos los pecadores. No olvidemos lo indulgente que es con nosotros mismos, también pecadores. Abramos nuestros corazones a su bondad y misericordia. Él nos da sin que le pidamos. Tanto el primero como el último reciben su amor. Tanto el primero como el último están invitados a su mesa. La parábola de este evangelio nos presenta, a los creyentes, la propuesta de Dios para la vida: Dios llama a todos a trabajar, en su Proyecto, para bien de toda la humanidad. Al escuchar cómo este Amo de la viña retribuye a sus obreros, no por el número de horas de servicio sino con la misma paga a todos por haber respondido a la llamada. Entender la vida como una llamada de Dios a las tareas del Reino de Dios, su viña, es una oferta de trabajo que nos resulta siempre atractiva. En medio de las dificultades de la vida, con serios problemas, desgracias, enfermedades. Así entendemos el seguimiento del Señor como una llamada de Dios a vivir en medio de las adversidad. La fe nos da la fuerza necesaria para vivir en paz y esperanza, con alegría, en medio de la tribulación. Dios llama a todos, es la vocación universal a trabajar en el Reino de Dios.